Las ruinas de Villa Adriano y su Pecile, la pasarela con pila de agua Foto: stock.adobe.com/Stefno Tammaro
En de nuestro equipo editorial
Tivoli: el nombre suena a música de carrusel, luces de hadas y bebidas frescas bajo castaños. Casi nadie sabe de dónde procede el término, que designa internacionalmente diversiones de todo tipo.
En Aquisgrán, la palabra "Tivoli" designa el estadio de fútbol; en Copenhague y Holanda, enormes parques de atracciones. En Viena, era el nombre de un legendario local de ocio, que aún hoy da nombre a calles, así como el de una discoteca de fiesta en el Prater. Tívoli es un lugar de entretenimiento en todas partes, pero poca gente sabe que procede de una pequeña ciudad al este de Roma. Un lugar que en su día fue tan onírico que se convirtió en el modelo de todo lo que hoy se suele llamar "Tívoli".
Del palacio imperial al concepto de cultura

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El verdadero Tívoli se encuentra a unos 30 kilómetros de Roma, dominando el valle del Aniene y con vistas a la Campagna Romana. El lugar ya era un destino favorito en la antigüedad: el emperador Adriano hizo construir aquí una enorme residencia de verano en el siglo II: la Villa Adriana. No era una simple casa de campo, sino un mundo en miniatura con canales artificiales, templos griegos, teatros y termas. Una especie de imperio arquitectónico de bolsillo.
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Más tarde llegó el Renacimiento, y con él la Villa d'Este: un palacio con uno de los jardines más espectaculares de Europa. Juegos de agua, esculturas, grutas, toda una orquesta de fuentes, impulsadas únicamente por la gravedad. Y, por último, la Villa Gregoriana: un jardín paisajístico salvaje con barrancos, cascadas y muros de musgo, donde antaño iban los románticos en busca de sentido. Esta abundancia de naturaleza, cultura, agua, belleza... convirtió Tívoli en una imagen. Un ideal. Y este ideal se exportó.

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Por qué hay un Tivoli en todo el mundo
A partir del siglo XVIII, Tívoli se convirtió en un motivo popular en la pintura, la literatura y los relatos de viajes. El Grand Tour de la élite culta conducía casi inevitablemente allí. Y con el nombre, se extendió la idea: si un parque en algún lugar era especialmente juguetón, un jardín especialmente exuberante, un lugar especialmente alegre... entonces era un "Tívoli".

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Y así fue como un parque de atracciones de Copenhague recibió este nombre (1843), que el estadio de fútbol de Aquisgrán se llamó "Tivoli", y que los bares de excursión y los cines de verano de Viena comerciaban con la etiqueta "Tivoli". Tivoli se convirtió en una promesa: de entretenimiento, de belleza... no importa dónde.
Visita el auténtico Tívoli
El Tívoli de Italia no es ruidoso. No es un lugar de bullicio. Pero sigue siendo un lugar lleno de imágenes: arcaico, romántico, encantado. Villa Adriana se alza como una enorme ruina en el paisaje, cubierta de hierba. La Villa d'Este brilla con esplendor barroco, los jardines aún ondulan. Y desde la Villa Gregoriana, puedes ver el río Aniene precipitándose hacia las profundidades. Tívoli está a sólo 45 minutos en tren de Roma.